Los promesantes y el genterio que acompañaba a la imagen se acercaba cada vez más por donde estaba instalada la tarima de los artistas y en la cuneta sus fans, lo curioso y llamativo de ese día fue ver llegar a decenas de chavalos y chavalas con su ropita muy “fresa”, sin saber lo que les esperaba, promesantes embarrados de aceite negro que pasan al lado tuyo sin fijarse si el que está al lado con su camisa Hollister se pueda manchar, o los borrachitos que llegan te tocan o se te pegan para bailar al ritmo de los chicheros.
Es notable que algunas personas parecían pececitos de colores fuera de su pecera, cuidando que no le mancharan o que no le pasaran rozando el brazo, mientras otros sin discriminar y sin fijarse del que llegaba a su lado estaba bolo o manchado de aceite, se le pegaba y empezaban a bailar con la chavala de falda corta, muy nice pero sin rechazar la oferta de moverse al ritmo del Rock Chinamo.
Por primera vez, desde que veo (por televisión) las procesiones de Santo Domingo, presencie un mosh en estas celebraciones, no quiero juzgarlo como una pérdida de las verdaderas tradiciones de la festividad, ni tampoco decir que es una nueva manifestación del folclor, pero si puedo decir que es una actividad donde se involucran personas de cualquier índole religiosa.
Personalmente no soy religioso ni creo en santos, pero involuntariamente me vi involucrado en esta fiesta popular, gracias a la Cuneta Son Machín un fenómeno juvenil que ha revolucionado la música chinamera y la moda Rolter, ahora todos quieren tener barbita de chivo mal arreglada, vestir con short, camisola y Rolter.
Como nicaragüense me gustó ver combinada estas dos formas de manifestar nuestro folclor, lo tradicional y lo contemporáneo, fue una fiesta popular sin discriminación (sin derecho de admisión), negros, rojos, fresas, punkeros, metaleros y cuneteros juntos.
Viva Nicaragua, viva esta gente linda y rica de carisma.
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