"La tierra es de quien la trabaja" Emiliano Zapata.

"Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos, nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán" A.C Sandino.

jueves, 18 de marzo de 2010

La Mona Bruja - Serie Leyendas de mi Pueblo


Había escuchado a mi abuela contar muchas veces las historias de miedo, de la cegua, la mocuana y otros sustos que salen en casi toda Nicaragua, la taconuda, el padre sin cabeza y todas esa leyendas que se cuentan las viejitas de ante, en realidad yo no me creo esos cuentos que son para asustar a los chigüines necios, una vez doña Jacinta, mi abuela, estaba rodeada de todos los chavalos de la casa, mis primos, mis hermanos y unos vecinos, la señora estaba inspirada contándole a los chavalos acerca de la mona bruja, que salía bastante por aquí en mi pueblo.

-en casi todo los pueblos hay monas brujas, y la mayoría son viejas, así como yo – Decía mi abuela.

Yo había escuchado que doña Petrona, una señora como de unos sesenta y dos años, que vivía sola en la casa esquinera, decían todos en el pueblo que se convertía en la mona bruja y que se dedicaba a andar robando todo lo que hallaba mal parqueado, y que seguía a los borrachos, se andaba de palo en palo, tirándose en los techos de las casas y un montón de inventos que contaba mi abuela.

-a la vieja Petrona, se le cae el pellejo arrugado y lo deja en una vateya debajo del palo de chilamate de su casa, y se convierte en mona, pero en la madrugada que llega, con todo lo que se robo, se vuelve a poner el pellejo arrugado de vieja. –

“Se cambiaba de pellejo” eso era lo que más me daba risa, ¿cómo va hacer posible que una persona se le caiga la piel y luego se la vuelva a poner?, no, no, no, no creo eso, lo tendría que ver para creer. Yo de chavalo, como de 13 años, era bien vago y pues me andaba recorriendo todo el pueblo, me conocían casi todos, hasta parecía alcalde saludando a medio mundo. Una vez andando en la calle real del pueblo a eso de las 8 de la noche, ya bien oscuro por la falta de alumbrado público, me dirigía hacia la casa, pero un movimiento en las ramas de un Guanacaste que estaba en la casa de doña Moncha, que hacía nacatamales todos los viernes, ese día era jueves y estaban hirviendo los nacatamales por la noche, un sonido estruendoso me llamó la atención, las luces de doña Moncha ya estaban apagadas, pero había un ruido de peroles y pailas, la curiosidad me azuzó y me fui a asomar, no veía bien por la oscuridad, pero algo o alguien estaba llevándose los nacatamales, luego escuché como que alguien saltaba y se posó en la rama del Guanacaste.

Esa noche no dormí pensando si realmente la mona bruja era la que se estaba robando los nacatamales, no, creo que no, por andar pensando y escuchar las historias de mi abuela, mi mente pensó haber medio visto a la mona.

En la mañana todo el pueblo ya sabía que donde doña Moncha, la mona llegaba a robarse los nacatamales, no todos pero si una buena cantidad, salí a comprar las tortillas y todos en la calle hablaban de que otra vez la mona se le había llevado los nacatamales a doña Moncha, para ir hasta donde doña Tina, quien vende las mejores tortillas del pueblo, tenía que pasar por donde doña Moncha.

-maldita mona, se llevó 15 nacatamales, pero un día de esto Tobías le vas a meter un tiro, para que no vuelva a joder por aquí.-

Gritaba doña Moncha a su marido Tobías, regresé a la casa y mi abuela estaba hablando con una tía del mismo tema que todo el pueblo hablaba, el día transcurrió con normalidad, y en la noche mi abuela mandó a que todos metieran los chunches que estaban afuera porque la mona andaba suelta y se podía robar lo que hallara, todos nos fuimos a dormir temprano, los mas miedosos estaban cobijados de pie a cabeza, pero yo estaba con la inquietud de salirme de la casa para ir al Guanacaste de donde doña Moncha, para ver si podía ver a la tal mona.

Me salí de la casa por la puerta de la cocina, que solo estaba trancada por un palo y sin hacer bulla me salí y me fui a parar enfrente del Guanacaste, creo que eran como las ocho y media, estaba bien oscuro, a lo lejos miraba brillar los ojos de un perro, me senté a la orilla del Guanacaste a esperar que la mona llegara, trascurrió casi como dos horas y la dichosa mona que no aparecía, diez minutos más pasaron, cuando escuché.

-Ay va la mona Tobías, pégale, pégale – le decía doña Moncha a su esposo.

-Hoy te mato mona hijueputa – le gritaba don Tobías a la mona.

Tres balazos se escucharon. La mona había aparecido por otro lado, esta vez no se tiró del Guanacaste, pero llego queriendo robarse una gallina, según doña Moncha.

-Le di en la pata, le di Moncha, le di – repetía don Tobías.

Diez minutos con los ojos cerrados bastaron para que yo no viera a la mentada mona, todos los de la cuadra de doña Moncha se despertaron por el ruido de los disparos de la escopeta, dicen unos que don Tobías le di en el rabo a la mona, otros gritaban que había sido en la pata, pero en realidad no podía creerlo, porque yo no vi a la mona. Tuve que regresar caminando bajo la luna plateada, las casi ocho cuadras abajo para llegar a la casa, entre por donde salí, creo que ya eran como la una de la madrugada, tuve que dormirme.

En la mañana, como siempre iba a comprar las tortillas, la nueva conversación de la gente era que a doña Petrona tenía una señal como de balazo en la canilla derecha, todos dicen que ella es la mona, que persigue a los bolos, que se roba las gallinas y los nacatamales de doña Moncha, los chigüines cuando miraron salir a doña Petrona con el pie amarrado con una tira de tela blanca, le gritaban que era la vieja mona, todos en la calle le decían vieja mona.

Tres semanas que no aparecía la mona, desde que a doña Petrona le apareció de la nada aquella marca de bala en la pierna, nadie volvió a ver a la mona, ni a doña Petrona por las calles del pueblo, algunos dicen que se fue a otro pueblo a seguir asustando y molestando, por aquí ya no podía seguir haciéndolo porque ya la habían descubierto, otros que el diablo se la llevo, por haberse dejado descubrir, la casa de doña Petrona quedó sola y la mona no volvió a llevarse los nacatamales, ni volvió a brincar en los techos de las casas, todos dicen que doña Petrona era la mona.

Aunque no logré ver a la mona, creo que si existe, casualidad o no, doña Petrona apareció baleada al mismo tiempo que le dieron a la mona. Desde que doña Petrona se fue, el pueblo de Ticuantepe no ha vuelto a ver ni escuchar de la mona.

1 comentario:

  1. Hola querido amigo...Nestor, peinso que tu historia es sensacional por momento me inserte tanto en tu historia que me dio miedo, tenes casta de escritor...deberias promoverte, saludes DUO DARUB

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